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Los videntes gallegos de esta época conocí el efecto del
racismo, ya que en la escuela era una extraña que hablaba una lengua rara,
aunque me expresaba en un castellano muy aceptable para mi edad. La dualidad,
principio en que se basa la función de la tierra, tomó forma por esa época en
mi vida, e igual que el racismo por su aspecto negativo, aparecieron los
duendes de lo positivo. Galicia, tierra mágica donde ninfas salían por el grifo
de la bañera, e inundaban el baño de luces, cantos y bailes... chiquitinas y
alegres, fueron mis más queridas compañeras y un duende que habitaba un solar abandonado,
me recogía chatarra, yo a cambio en un bote vacío de Pelargón, le regalé una
tomatera sembrada por mí, como que ya entonces era muy práctica y la había
sembrado para él, la deje en mi ventana, así él, cada noche venía y sentado al
pie de la tomatera, con sus movimientos ágiles daba volteretas hasta estamparse
en el cristal, quedándose pegado en el, en una actitud tan cómica que me hacia
dormir riéndome, y ahí, en la vibración de la alegría, desapareció la bisabuela
y empezaron a llegar a mi dormitorio otros niños que reían conmigo las
cabriolas del duende... yo no entendía porque no iban a la escuela, que nunca
cambiaban de vestido, pero pensaba que serían pobres y no debía avergonzarlos
con ese tipo de preguntas. Con los años comprendí que esos compañeros de
dormitorio que solo veía yo, eran almas desencarnadas que desde otro plano,
venían a llenar mi vacío social... pero que entonces no podía entenderlo. Con
esa fuente aparecieron las premoniciones, mi hermanita un bebe... miraba por la
ventana, su cuellecito estaba sobre el alfeizar “CUIDADO”... dijo alguien...
¿quién?... mamá estaba allí y no había abierto la boca... “ventana-guillotina”
repitió la voz, corrí hacia mi hermanita, y puse mi tórax en la ventana, la
parte superior cayó cual si de una guillotina se tratara, y se estampó sobre mi
hombro derecho... mi hermanita, siguió mirando, como si nada. No recuerdo la
actitud de los demás porque el dolor era tan intenso que no sé lo que
posteriormente pasó, solo supe que si la ventana le hubiese caído encima, ella
no hubiera vivido para contarlo. De vuelta a Barcelona, vivimos la muerte del
abuelo, la tuberculosis lo había dejado ciego y el que fuese compañero de
juegos, se fue a ver la Grandeza de Dios, su cadáver, fue el primero que vi...
con mi primo Fernando, dos años mayor que yo y médium también, tomamos todas
las lecciones posibles del rigor-mortis del que fue abuelo y amigo. Tardé
muchos años en volver a tener noticias suyas. Por esta época experimentaba
mucho la misericordia... lo poco que tenía lo administraba tan bien que ayudada
por la abuela, mujer muy piadosa, hacíamos felices a los pobres del barrio.
Corría por la calle tras ellos para darles el bocadillo... o galletas... o los
dulces, que nos regalaban, aunque muy golosa, cuando veía su rostro,
iluminándose de alegría a la vista de mis manos abiertas, ofreciéndole la
golosina, era tan feliz, que no podía encontrar ninguna otra experiencia
comparable, ¿Piedad o Sensualidad? Supongo que las dos cosas en contrapartida
las premoniciones se volvieron más tristes venían en formas de sueños... soñaba
que alguien se ahogaba... esta persona al poco tiempo, moría en una clínica.
Soñaba que alguien le mordía un animal y esa persona moría repentinamente, esos
sueños, eran tan dolorosos para mí, que me revolvía en la cama y acababa
rompiendo las sábanas.
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