Éste podrá ser considerado Pasivo o Activo. Llamamos Ritual Pasivo a la elaboración de una Campana Protectora (que actúe sobre nosotros o sobre terceros) cuyo efecto protector es limitado y temporal, por lo cual lo suministramos para aquellas personas que, en plan de entrenamiento, aún no dominan el Ritual Activo.
Este último consiste en la evocación mental de determinadas figuras humanoides, muchas de las cuales son identificables en las iconografías de distintas religiones.
¿Por qué ejercen efecto?. Porque, según hemos visto, tales arquetipos son vórtices psicoespirituales con un gran potencial de energía latente. El punto pasa, en consecuencia, por evaluar de qué forma ha de manifestarse esa energía.
Ya hemos visto que si trabajamos sobre simples imágenes exteriores (estatuillas o estampas) o simplemente seguimos mecánicamente la oración litúrgica o el rito dirigido por un tercero, esa pasividad, esa falta de iniciativa generatriz personal puede ser considerada como dotada de aspectos than áticos en el sentido de que la pasividad significa involución, y veremos saboteados así sus verdaderos efectos.
Pero (y atención a esto) si reconstruimos mentalmente al Arquetipo concentrando nuestra atención en él y su conducta, será tan poderosa la generación de energía mental que lograremos ampliamente los objetivos que nos hemos propuesto.
Nótese que distintas escuelas de pensamiento oriental (incluidas algunas de Budismo Zen) tienen, como parte de su entrenamiento, el pasar horas pensando, imaginando, reconstruyendo mentalmente hipotéticas peleas con poderosos enemigos o contra animales. La experiencia de siglos ha demostrado que ese trabajo mental (que puede sorprender a más de un occidental convencido de que el desarrollo psíquico está, cuanto menos formalmente, reñido con la violencia aunque ésta sea imaginaria) desarrolla el chakra del entrecejo (vulgarmente conocido como “tercer ojo”) que pasa así a convertirse en el foco energético catalizador de nuestras intenciones.
Por otra parte, alguien puede cuestionar la “realidad” de la visión arquetípica, alegando que al modelarla con la imaginación carece de identidad objetiva. Pero, como hemos visto, es tan ambigua la palabra “realidad” y tan discutible el concepto materialista que podemos tener de ella, que es observable la suposición de que aquello que existe sólo en nuestra mente ciertamente “no existe”. Recuerden al poeta chino: Anoche soñé que era una mariposa que volaba por el campo. Y hoy no sé si soy un hombre que ha soñado ser una mariposa, o una mariposa que sigue soñando que es un hombre”.
¿Qué es lo que asegura que nuestro estado de vigilia consciente es más real que el sueño?. ¿Acaso la materialidad?. Lo dudo. En nuestros sueños, los seres all í presentes (incluidos nosotros mismos) tenemos experiencias muy ví vidas, aun sensorialmente hablando. Lloramos, sufrimos, gozamos, comemos, olemos, hacemos el amor... para comprobar, después, que todo ha sido un sueño. ¿Cómo puedo saber que en este mismo momento yo mismo –y ustedes– no somos un sueño de un ser infinitamente superior?.
¿Acaso la objetividad de las cosas que me rodean o la Historia pueden ser pruebas?. Racionalmente, en absoluto, ya que las “cosas” de nuestros sueños son igualmente tangibles, y los seres que por ellos pululan tienen su propio pasado e incluso viven días o meses de “sus” vidas en sólo segundos del “tiempo objetivo” del durmiente.
Pero, por supuesto, todo esto es sólo una teoría. Casi una teoría.
El hecho fundamental es éste: al recrear mentalmente los Arquetipos Protectores, siguiendo los pasos indicados para cada uno, en realidad estamos estableciendo sincretismos, una sincronicidad entre el Arquetipo Protector latente en el inconsciente colectivo de la humanidad y nuestro inconsciente personal. Este reflejo conlleva la transferencia de un cierto potencial energético, por supuesto menor que el que anida en el original (de todas formas, ninguna mente humana por s í sola puede almacenar siquiera un segundo toda la energía que duerme en un Arquetipo), de la misma forma que la imagen reflejada en un espejo lo es porque buena parte de la luz que enmarca al objeto se refleja sobre aquél, pudiendo a su vez a partir de este espejo hacer “rebotar ” la imagen contra muchos otros, a sabiendas de que cada nuevo reflejo perder á buena parte de la luminosidad del anterior.
Por supuesto, a cualquiera puede ocurrírsele variar las características del Arquetipo o del ritual, pero a tales experimentadores les comentamos que con ello sólo conseguirán agotar sus energías sin otros resultados (lo sabemos porque así lo hemos tratado): es la pureza del ritual la que asegura el mismo, porque es el ritual el que al conservarse y repetirse a través del tiempo activó como un feedback (un sistema de retroalimentación) del Arquetipo, fortificándolo. El ritual Activo será, entonces, algo así como un “transformador ” que permitirá que la inmensa energía latente en el Arquetipo pueda ser transferida a nuestra persona sin “fundir ”nuestros sistemas.
Esta es la Teurgia con la cual nos defenderemos. Que, como corresponde a Iniciados, es Magia Mental. Pues, como el Kybalion enseña, todo es mental en el Todo, como expresión de una Consciencia Superior. En consecuencia, sólo nuestra mente (débil e imperfecta, sí, pero mónada al fin de la divinidad) nos permitirá entrar en sintonía con los niveles superiores espirituales y astrales.
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