Quizás la expresión más fidedigna hubiera sido “esfera protectora”, si bien la costumbre impuso el término del subtítulo, por lo cual continuaremos refiriéndola así.
Básicamente consiste en imaginarnos
flotando dentro de una gigantesca esfera de color celeste brillante,
que midiera algo así como cinco metros de diámetro. El ejercicio
consistirá en permanecer sentados, bien sin cruzar piernas y
brazos, bien en correcta posición de “medio loto”; ojos
cerrados, manos sobre las rodillas con las palmas vueltas hacia
arriba. Lentamente, siguiendo una respiración lenta y profunda, con
cada exhalación de aire visualizaremos un efluvio nebuloso y ros
áceo salir por las palmas de nuestras manos y flotar hacia arriba,
hasta detenerse, formando una nube del mismo color, a unos dos metros
por sobre nuestras cabezas. Luego de siete respiraciones profundas,
recuperaremos el ritmo normal de respiración (en realidad,
tenderemos a hacerla aún más lenta y suave de lo habitual) mientras
la “nube ” comenzará a expandirse, cambiando de color, primero
como una tenue cúpula celeste brillante por arriba y a los costados
y luego continuando hacia abajo hasta completar la esfera,
atravesando, si es necesario, techo, mobiliario y piso.
Luego, observaremos cómo lentamente
todo comienza a oscurecerse por fuera de la esfera, hasta que más
all á de ésta sólo observamos una negrura total. Dentro de la
misma, también perdemos de vista el asiento, accesorios y
hasta nuestra propia vestimenta y postura, hasta percibirnos a
nosotros mismos flotando desnudos dentro de ella. Entonces, para
aumentar nuestra resistencia y armonía psíquicas, expresaremos
mentalmente (pero en forma potente) por tres veces la siguiente
consigna: “Todo es paz y tranquilidad a mi alrededor. Paz y
tranquilidad. Paz y tranquilidad. Mi cuerpo descansa. Mi espíritu
descansa. Om y paz. Om y paz ”.
Om, es una sílaba sagrada sánscrita,
un mantram, cuya vibración nos eleva y simboliza la inspiración de
Brama (deidad suprema) que da alimento vital al Universo.
Este ejercicio debe ocupar diez minutos
aproximadamente, la mayor parte de los cuales, luego de la oración
anterior, permaneceremos simplemente meditando sobre la imagen ya
ilustrada. Finalizaremos con la repetición, por tres veces, de la
siguiente frase: “Om, paz y tranquilidad, hûm. Om y paz, hûm. Om,
hûm”.
Hûm (pronúnciese “júm”, la “h”
como una “j” aspirada) es la exhalación simbólica en la
respiración de Brama. Si además queremos incluir en la protección
a nuestros amigos y familiares, procederemos de la siguiente forma:
después de la primera oración, mentalizaremos a dichas personas
aproximándose, flotando, por la oscuridad exterior en dirección a
la esfera. Sus cuerpos serán tenuemente luminosos, y una larga
prolongación brillante (el “cordón de plata”) veremos
extenderse desde sus respectivas zonas umbilicales hasta perderse
en la negrura del fondo. Lentamente se detendrán justo frente a la
infranqueable esfera, y los recibiremos con la siguiente oración:
“Yo te invito
(aquí mencionaremos su nombre completo) a ingresar en mi esfera
protectora, y a retornar a ella cada vez que yo (aquí nuestro
nombre) decida construirla. Yo intercedo por ti, (nuevamente
el nombre de la persona) ante la Consciencia Cósmica, fuente de
toda Sabiduría y poder”.
Y tras una breve
pausa:
“Yo (nuestro
nombre) te ruego, Señor de la Sabiduría y Fuente de toda Razón y
Justicia, me recuerdes como instrumento de Tu Poder, para
bien de (nombre de la persona). Amén”.
Y finalmente:
“Yo (nuestro
nombre) con el Poder que me ha sido conferido te protejo (nombre de
la persona) . Om y paz, om y paz”.
Y finalizaremos con la oración de
cierre. En todos los casos, las sesiones terminarán con las imágenes
fundiéndose con la “reaparición” de nuestro entorno y, una vez
hecho esto, abriendo los ojos lentamente. Fragancias que pueden
acompañar la experiencia: incienso, mirra, sándalo o limón.
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